AMÉLIE
Hay buenas películas que te hacen pensar, otras te
inquietan, apelan a tus sentimientos, critican el estado de las cosas o te
retrotraen al pasado. Las hay, también aceptables que te entretienen, pero
afortunadamente las hay también estupendas, que consiguen todos o muchos de
estos efectos a la vez. Pues bien uno de mis films favoritos es “Amélie” por el
argumento tan fantástico que posee. Es una película donde reina el optimismo,
la confianza en uno mismo y la esperanza de que merece la pena esforzarnos para
encontrar lo que buscamos y también para hacer felices a los demás, olvidándonos
de la cruda realidad por unos instantes.
Una película que se deja ver de manera sorprendente, destacando algunos aspectos como: la aparente espontaneidad del discurso, la fluidez de las imágenes y las palabras, la complicidad con el espectador, el espectáculo visual, etc. Detrás de todo esto hay truco, hay cartón. A parte de un guión literario que cuenta más de lo que muestra, que sin pretensiones nos lleva a reflexiones sobre la memoria, los medios de comunicación, la idea de realidad, el propio cine… a parte, decimos, también la forma es peculiar. Encontramos un guión técnico rico, una cámara hábil y joven capaz de realizar casi cualquier movimiento, siempre sorprendente y siempre justificado. Una estética única y fantástica incluso para retratar lo real y también un universo sonoro cuidadísimo hasta el milímetro. Bueno, hasta la milésima de segundo. Las voces, los sonidos, los ruidos e incluso los silencios cuentan algo. Y por supuesto, la banda sonora, la cual estuvo nominada a los Oscar, al igual que al mejor dirección artística, mejor cinematografía, mejor película extranjera y mejor guión original.
La trama de la película se podría resumir en “chica conoce a chico y al final de la película
terminan juntos” pero Amélie es mucho más que eso.
Bienvenidos a un cuento urbano que nos anima a creer en la
magia de lo cotidiano, en la importancia de los detalles sin importancia.
Amélie no sería la historia que es sólo con la pareja mencionada al principio;
hacen falta todas las historias colaterales, con el amplio abanico de
personajes que las conforman. Personajes caricaturescos, conflictos que no
llamarían especialmente la atención por separado, anécdotas que ya hemos oído
en otra parte… pero que en conjunto, dándoles el peso justo y enhebrándolas
ágilmente proporcionan una sesión completa. Porque incluso de la propia Amélie
no sabemos demasiado; los personajes se presentan a partir de esos detalles sin
importancia que, sin embargo, nos permiten conocerlos de un modo distinto que a
través de datos biográficos.
Amélie pose gran riqueza en múltiples escenas pero si tuviese que decantarme por una de ellas, creo que elegiría la escena en el que la protagonista, ayuda al ciego a cruzar la calle, describiéndole todo lo que esta sucediendo en esos instantes.
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